Confieso que no me gusta como veo a
la justicia. ¿Qué fue de aquella gran señora, libre, independiente, majestuosa,
llegada a nuestro país a
principios de los ochenta, tan gloriosa y rejuvenecida? Hoy la veo triste,
apagada, envejecida, maltratada, como arrinconada y encima perseguida por
piratas, bandoleros, corruptos, y ladrones de guante blanco. Dicen que está
politizada y que está perdiendo la vista, y que solo ve por el ojo de sus amos.
Antes era como Africa, intrigante y misteriosa, o como Europa, técnicamente en
su punto, y ahora se parece a Oceanía, que todo el mundo sabe dónde está, pero
que nadie acude en su rescate.
¡Pobre justicia! Mal anda desde que
cayó en manos de políticos piratas, saqueadores filibusteros, que, solo buscan
el botín ajeno; utilizada por estos, como pendón para sus corrompidas naves.
Por esto será que, la vemos con un
pañuelo azul tapando su ojo izquierdo. Dicen que la culpa de su deteriorada
imagen la tiene el bipartidismo, que la ultrajó, y la redujo a una simple sirvienta
de orgías o “francachuelas”, propias de inmundos caciques. Aquella señora vestida de larga
túnica blanca, ahora se parece a un travestí, unas veces disfrazada de conservadora
y las otras de “progue”. Se cuenta…se dice que, un grupo de jueces para la
democracia, la quieren rescatar de sus verdugos, y confío en ellos, porque
pienso que, si son capaces de recuperarla, matarán dos pájaros con el mismo
tiro -metafóricamente hablando- porque también conseguirían que su santa madre
“Doña Democracia”, señora de griegos y romanos, resurgiera de sus cenizas,
porque sin justicia, nunca podremos gozar de democracia. Ya lo dijo Mandela:
“La democracia es un cascarón vació; pero seguimos teniendo un parlamento que,
parece estar más perdido en las agua de lo social, que un náufrago en altamar.
Pensando en el Estado, como la forma de organización
política, dotado de poder soberano, que, se sustenta en los dos pilares
fundamentales, antes citados, como son la democracia y la justicia, no puedo
olvidarme del “estado del bienestar social”, como conjunto de factores que participan en la calidad
de la vida de las personas en una sociedad solidaria. Como sufridor pensionista,
me irrito, me cabreo, me pongo a mil revoluciones…me indigno, viendo tanta
precariedad social, tanto recorte y retroceso; pero es que recientemente, he
leído las declaraciones de nuestra ministra que dice: “De 2012 al 2016, "los
pensionistas han ganado poder adquisitivo”, "Este gobierno tomó la
decisión de no congelar pensiones y subirlas todos los años". Si esto no es una
provocación o un insulto, que alguien me lo demuestre. Esta ministra que tiene
nombre de virgen, y corazón de maligna ave carroñera, mentirosa, manipuladora y
ruin, tan desagradable, fea y repugnante me resulta que, parece haber sigo
engendrada en una noche de truenos, pareciéndome estar viendo a una trasnochada
momia. “Tú cara parece hecha de un orejón, los ojos en dos cuévanos de
vendimiar, la frente con tantas rayas, y
de tal color y hechura, que parece la planta de un pie; tu nariz en conversación
con tu barbilla que, casi juntándolas, hacen de garra, y una cara asemejada a la
impresión de un grifo. No pienso decir lo que siento o pienso de esta irresponsable,
porque pondrías poner en peligro mi libertad.
Esta persona me recuerda a las
descritas por Quevedo en su viaje por el infierno, extrañado por el frío que
hacía en uno de los rincones, y por el especial trato que daban a los políticos,
esto le respondía un diablo:
-Gente es, que viene aquí sin
avisar, impuesto por los que mandan, a mesa puesta y cama hecha como en su casa,
son fríos y alejados de las gentes a la que dicen representar o dicen defender,
y en el fondo los queremos, y los tratamos bien, porque estos ya hacen de
diablos en la tierra, para sí y para los
otros, y nos ahorran el trabajo, y se condenan a sí mismos; y por la mayor arte
en vida, el que más y el que menos ya andan con la marca del infierno, cuando
se meten a políticos, porque el que no se deja vender su honra por dinero, se
deja maltratar sus nalgas o pelar sus cejas. Y así, cuando acá los atormentamos,
muchos de ellos, después de las penas, solo echan de menos sus pagas.
En sus paseos por el mundo de la
vida, Quevedo se encontró con un abuelo, al que preguntara:
-Eficaces palabras tienes, buen
viejo. Traído me has el alma a mí; que me la llevaban embelesada vanos deseos. ¿Quién
eres, de donde, y qué haces por aquí?
- Mi hábito y traje dice, que soy
hombre de bien, y amigo de decir verdades en lo roto y poco medrado. Y lo peor
que tu vida tiene, es no haberme visto la cara hasta ahora. “Yo soy el
desengaño”.
“Vinieron la justicia y la democracia
a la tierra,
la una no halló comodidad por
desnuda,
ni la otra por rigurosa, pisoteada ”.
Fulgencio Sáez
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